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miércoles, enero 24, 2007

Trato Hecho

Parece que algunos de los sistemas de vida antiguos vuelven a estar de moda y es justo lo que está ocurriendo con el trueque.
Este modo de comercio, que se remonta a cuando no habia una moneda de cambio efectiva con la que realizar los pagos pertinentes, vuelve con más fuerza que nunca y la red ha servido, una vez más, para afianzar este regreso con uno de los casos más espectaculares que pudieran pensarse.
Imagínate sentado frente al ordenador, en casa de tus padres, pensando que estás harto de tu vida como parásito, pero que el verdadero punto de partida que deseas para tu nueva existencia pasa por ganar más independencia y tener tu propio espacio. Probablemente algunos de estos pensamientos se le pasaron por la cabeza al canadiense Kyle McDonald cuando el 12 de julio de 2005 decidió que queria cambiar una de sus pertenencias, un clip rojo, por una casa (la cual consiguió un año despues).
Esta empresa, a priori imposible, fue hospedada en una pagina web y rápidamente obtuvo resultados, aunque tuvo que pasar por catorce transacciones antes de llegar a su objetivo final. Cambió el clip rojo por un bolígrafo con forma de pez, éste por un pomo de puerta, despues un generador, y así hasta llegar a una casa. Las tres transacciones más alucinantes son quizás un contrato con una discográfica, una cena con Alice Cooper y un papel en una película dirigida por Corbin Bernsen.
Tal ha sido el éxito de este sorprendente gran trueque que la firma Volkswagen le pidio permiso a Kyle para rodar en su casa y utilizar sus cambios de objetos como eje central de un anuncio que ya se puede ver en España. (Si pinchas en la foto de Kyle irás directo a su web donde podrás conocer todos los detalles de su aventura. Por cierto, Kyle bien podría haber nacido en nuestro país y haber puesto de moda esta práctica viendo los precios actuales a los que se encuentra la vivienda).
Tanto éxito no podía pasar inadvertido y la táctica de este canadiense para conseguir su meta ha sido copiada por un par de programas televisivos nacionales como Caiga Quien Caiga y El Hormiguero, donde se proponian, con numerosos trueques, obtener fines altruistas como el de un hospital para una población remota de Africa.

Pero también hay una parte inteligente e inmaterial en todo esto del trueque que se plasma en el hecho de intercambiar tu propio tiempo. Imagina de nuevo que no tienes con quien dejar a tus hijos porque por las tardes trabajas dando clases de inglés. En tu misma ciudad hay a su vez una ama de casa, a la cual no conoces, y que tiene las tardes libres pero cuya hija acaba suspendiendo siempre la asignatura anglosajona porque no la traga. Si ambas acudieran a un banco del tiempo y expusieran qué parte de su tiempo estarían dispuestas a intercambiar realizando una actividad en la que se desenvolvieran como pez en el agua, seguramente llegarían a un acuerdo por el que el ama de casa cuidaria a los hijos de la profesora por las tardes y ésta daría, a cambio, clases de inglés a la malafortunada estudiante.
En las grandes capitales del mundo ya hay numerosos bancos del tiempo y están organizados principalmente por organizaciones vecinales y grupos de barrio, gente que colabora entre sí para revertir en la propia comunidad los beneficios de esta práctica.

Trueque, el último gran reinvento.